viernes, 7 de septiembre de 2007

¿Periodista ético?

La vida del ser humano está marcada por eternas sucesiones de cambios en sus costumbres, cultura, formas de vida, y en general, percepciones de la vida. Ha medida que el hombre se ve enfrentado a situaciones diversas que lo van poniendo a prueba, se va adaptando a los cambios para sobrellevar la vida de la mejor forma posible, tratando de vivir en “armonía” con su época y entorno.

Así, el hombre ha adquirido reglas de conducta que regulan la convivencia en sociedades y grupos humanos, que por lo demás, aceptan participar en ellos voluntariamente, después de todo, a nadie le apuntan con un arma para quedarse viviendo en comunidad, aunque habiendo nacido en una, prácticamente nos convertimos en presos sociales, es inevitable escapar del mundo moderno y de todos los problemas morales que esto implica.


Los periodistas son la voz de la sociedad. Son ellos quienes testifican a “viva voz” la realidad del hombre en todo el mundo. Ellos son responsables de lo que llegamos a saber sobre nosotros mismos. Es por eso que es muy importante que un periodista tenga una conciencia moral suficiente para ser capaz de ser lo más veraz e imparcial posible, dejando de lado apreciaciones personales y ser fiel a la verdad para que cada uno de los que nos informamos a través de él, sepamos en que condiciones vivimos y seamos capaces de juzgar por nosotros mismos. Un periodista ético es el que se ciñe a las expectativas morales de quién tiene una responsabilidad tan grande con el mundo y la historia.


Los periodistas deben ser éticos, pero acaso ¿no deberíamos ser todos éticos? Me molesta la idea de que las personas deban ser fieles sólo cuando están siendo expuestas públicamente. No porque no nos dirijamos al mundo entero no tenemos la obligación moral de ser sinceros y verdaderos, pero después de todo, ¿quién establece esas normas? Todos los seres humanos somos distintos, y creamos nuestra conducta en gran parte basándonos en emociones, y generalmente, aunque nos adviertan, terminamos aprendiendo sólo de nuestros propios errores.