martes, 31 de enero de 2012

Quiero mi medicina, AHORA!!!





EN BUSCA DEL RECONOCIMIENTO DE LAS CUALIDADES MEDICINALES DE LA YERBA.
La fantasía californiana puesta a prueba en Chile.
Por Francisca Guzmán
La primera vez que tuve noción sobre el uso terapéutico de la marihuana tenía trece años.Mi mamá se llamaba María Verónica, y luchó ocho largos años contra la Esclerosis Lateral. Todas las tardes tomaba infusiones de cannabis. El año 2006 la Vero nos dejó, y cinco años más tarde se me encomendó la misión de visitar a mi hermana mayor en L.A., dentro del Estado de California, donde el cultivo y consumo de marihuana medicinal es permitido y regulado. 

Particularmente por mi Escoliosis tengo dolores permanentes de espalda,y quería aclarar mis dudas en cuanto a si la marihuana, natural y poco adictiva, podría salvarme de convertirme en una yonqui de los analgésicos. En mi familia acostumbran a solucionar todo con fármacos. Los dolores, el insomnio, la rebeldía, le pena...

Fui al  Doc, y me confirmó que la cannabis podría ser efectiva para aplacar mis males, y me extendió un certificado en el que me validaba legalmente, dentro del Estado de California, para consumir, cultivar, portar y comprar la yerba. Precio justo, calidad garantizada, y sin abusos o delincuentes de por medio.

En nuestro país, quien la consuma siempre será calificado de antisocial. Quise saber los alcances que ese papel podría tener en Chile, y si realmente sería discriminada o simplemente ignorada. Para qué dejar que me lo cuenten. Qué mejor que un paseo por algunas de las instituciones con las facultades para pronunciarse frente a mi petición de revalidar mi certificado médico gringo.

La primera parada fue el Ministerio de Salud, en la sección de atención al público general. No pude obtener respuesta de nadie más que de la señorita del mesón frente a la entrada. Sentenció que ellos (Ministerio de Salud), no tenían nada que ver con eso, pues yo le exliqué que quería saber a quién dirijirme para hacer una solicitud de revalidación de mi prescripción de marihuana medicinal extendida en California. Frente a mi insistencia me dijo que fuese a la Superintendencia y me dió la dirección, pues no podía hacer nada por mí.

No sé si habrá pensado que la estaba jodiendo o que yo estaba loca, pero claramente quiso deshacerse de mí en cuanto comencé a explicarle el por qué estaba yo ahí. Supongo que le disgustó mi causa, por que no me explico qué otra razón pudo haber tenido para mandarme a un lugar que no tiene nada que ver con lo que yo andaba buscando.

Irónicamente, en la Superintendencia de Salud, lugar que no tenía relación con lo que yo buscaba, me recibieron mucho mejor. Estilo ejecutivo, me hicieron pasar a un cubículo, donde quien me recibió se mostró con disposición a escucharme y tratar de darme alguna respuesta. La señora Isabel me confirmó que estaba en el lugar equivocado pues ese tipo de preguntas, se hacían en el Ministerio, lugar donde prácticamente me  invitaron a retirarme y no hacerles perder el tiempo.

Hasta ese momento, las instancias de un ciudadano común resultaron infértiles, probablemente por actitudes personales que por protocolos o políticas gubernamentales.

Fui al consultorio Dr. Hernán Alessandri de calle Los Jesuitas, en Providencia. Cuando le conté a la señorita del mesón central lo que quería, su cara cambió. La señora Gloria trató de entender lo que yo le pedía. Me ofreció conversar con un doctor para que aclarara mis dudas, que realmente creo ella no entendió. Me preguntó si estaba inscrita en el consultrio y ante mi negativa se dispuso a hacerme una ficha transitoria. Cuando le dije mi dirección, el diálogo concluyó, todo por cien metros de distancia que situaban mi residencia en Las Condes, y no en Providencia. La esperanza de una respuesta más real, se quedó en mi comuna. El sol y la negativa me hicieron desistir, y bajé los brazos hasta el día siguiente.

Al dia siguiente llegué al Instituto de Salud Pública. Entré a la oficina de informaciones donde la señorita Valeria me atendió. (Al fin una buena cara). Notó mi incomodidad y su actitud fue muy comprensiva. También me dijo que el Ministerio de Salud era el lugar donde tenían que hacerse cargo. Le preguntó a su compañero Yerko, quien se acercó con una expresión severa al principio,  y fue tajante con que la marihuana en todo sentido era completamente ilegal. Luego se interesó más en mí, y en mi problema médico. Me preguntó si tomaba analgésicos, a lo cual respondí que no. Me preguntó si me dolía mucho la espalda. En ese momento pude sentir compasión de parte de aquellos funcionarios. Me dijo que existían fármacos con el compuesto activo de la marihuana, pero que Lamentablemente en nuestro país también estaban prohibidos. Me ayudó a llenar un formulario on line con mi solicitud para que me hicieran llegar una respuesta más Oficial, y me desearon suerte. Hasta entonces, fueron los únicos que no le tuvieron miedo al tema, y me dieron una respuesta digna, pero nada más podían hacer por mí.

Para agotar mis opciones, fui a otro consultorio. Éste era el Centro de Salud Familiar Dr. Aníbal Ariztía, en calle Paul Harris. Le conté a la señora del mesón central que buscaba información sobre cómo validar un tratamiento médico prescrito en el extranjero, y me envió a hablar con la asistente social. Su nombre era Susana Salazar. Primero, se sintió invadida por la presencia de una cámara fotográfica. Luego me permitió explicarle mi caso. Seguía molesta por las fotos, asique su predisposición a conversar lo demás tampoco era la mejor. No me dijo nada que no supiera. Que en Chile estaba prohibido su cultivo y consumo, omitiendo por completo la pequeña posibilidad a interpretación que deja la ley respecto al uso médico, por lo tanto ellos nunca lo resetarían, ni tenían las facultades para conseguir alguna consideración.

Seguía molesta, se notaba. Luego se levantó y fue a consultarle a la Directora del consultorio. Su respuesta, prohibición por todos lados. Lo llamativo fue el tono casi amenazante con que luego me dijo que según la Directora, existe un fallo del año 2011 que prohíbe el uso medicinal absolutamente. Claro está, cada fallo corresponde a un caso específico y determinado, por lo que su generalización no me valía de nada. Terminó diciendo, con un tono al estilo Corleone, que ellos no podían autorizar nada, y que tenía que dejar ese asunto hasta ahí y no rebuscar más.

Miedo, prejuicios, mala onda. Ni siquiera las instituciones te coartan de intentarlo, sino el prejuicio de sus funcionarios como individuos y no como roles públicos. No conseguí nada. Búsqueda infértil, o tal vez falta de un interlocutor con facultad y valor. Si hasta la misma Constitución deja un margen de duda e interpretación. Las necesidades de las diversas secciones de la sociedad deben verse reflejadas en sus leyes, lo cual aquí no pasa. La mentalidad de la sociedad avanza pero las leyes no, menos las instituciones. Orgullosamente defiendo mi autonomía para escojer lo que es mejor para mí. Y lo mejor para mí, es lo que me han querido negar. El arcaísmo nunca nos ha impedido nada, ni nunca lo hará. Y como mi mamá me dijo una vez, mejor es pedir disculpas que pedir permiso. Asi que permiso, me preparo para pedir disculpas, luego de éste...