viernes, 7 de diciembre de 2007

Del oficio...

Creo que aquella es una pregunta bastante subjetiva. Depende mucho de la valoración que cada uno le dé al tema. Se puede haber aprendido a cumplir con las reglas impuestas por la Real Academia Española, se puede saber escribir sin faltas de ortografía, y eso puede ser considerado como una buena redacción.

Personalmente, creo que saber redactar va más allá de no tener faltas de ortografía. Para saber redactar, hay que saber qué decir.


Como futuros periodistas, tenemos una gran responsabilidad con las personas que nos leerán. Nuestras palabras son nuestro único recurso valioso para la sociedad. Sin tener nuestra propia concepción del mundo, aunque tengamos buena ortografía, nuestras palabras caerán en el vacío y se perderán en el olvido.


Muchos creen que ser periodista significa tener una cara bonita, apta para las cámaras y una voz clara. Pues no, no es suficiente. Un periodista debe conocer su mundo, lo que le antecede y la actualidad. Debe tener conocimiento de causa y no solamente hablar bonito.


Me entristece el hecho de que el periodista sea un profesional desvalorado por las nuevas generaciones. Creo que el concepto que se entiende por periodismo ha perdido su foco, pero aun no es tarde para remediarlo. Me gustaría poder revindicar el valor del periodismo. Si aprendí a redactar, yo creo que si, aunque siento que es algo que venía conmigo desde el nacimiento. Por supuesto, haber tenido un guía que me ayudara a explotar mis aptitudes me ha servido mucho.


Más allá de haber aprendido a escribir correctamente, creo haber encontrado algo mucho más valioso, y eso es el haber encontrado una persona que me permitiera desenvolverme a mi medida y me haya dado ánimo para perseverar en algo en lo que creí que estaba sola y sin futuro.

viernes, 30 de noviembre de 2007

Adiós

Decir adiós es sin duda el significado de que algo ha terminado. Para bien o para mal, nada es infinito. Todas las cosas que conocemos tienen un final. Decirle adiós a un año debería valernos algo bueno, después de todo, un año es un período razonable para haber vivido alguna experiencia de la que podamos haber aprendido algo.


Un año es como un capítulo de nuestras vidas. Sería ideal hacer de cada uno algo interesante.
En un año por lo menos podríamos habernos quemado con una ceniza y haber aprendido a no volver a hacerlo. Algo, lo más mínimo, para no convertir un capítulo de nuestras vidas en la cosa mas indispensable en la historia del ser humano.


Ahora que cerramos otro capítulo, es bueno echar una mirada hacia atrás y podamos sacar conclusiones sobre el período que estamos cerrando. Ojalá que cada uno pueda mirar hacia atrás y sonreír sin arrepentirse de nada y sintiéndose orgullosos de sí mismos. Ojalá que nuestras cuentas sean positivas. 



El tiempo no se devuelve y no hay nada que hacer con lo pasado. Sólo nos queda trazar con cuidado cada paso que damos, pero no con demasiado para que la vida no pase frente a nosotros sin que nos demos cuenta.

domingo, 4 de noviembre de 2007

No sé cómo llamar a estos acontecimientos...

Hace pocos días, me encontraba haciendo trámites de rutina, nada excitante ni motivador. Esperando a ser atendida en uno de esos días en que es mala idea hacer lo que se tiene que hacer porque pareciera que todo el mundo debe hacer lo mismo y exactamente a la misma hora, escuché sin querer a un hombre de avanzada edad que conversaba con otro de unos aproximados 48 años.

El hombre mayor le decía al otro –estoy pesando 120 kilos, no está mal para un hombre de mi edad y mi estatura- con un tono completamente relajado, casi envidiable. Después comprendí el porqué de su holgura al hablar. Le comentó al hombre que lo acompañaba que en su juventud había hecho muchas cosas. Aquel hombre veterano alguna vez fue luchador olímpico y gran deportista en general. También dejó entrever que a lo largo de su vida había hecho muchas cosas, muchas actividades distintas y que además había viajado mucho. – tengo tantas cosas que contar- decía, y el hombre que lo acompañaba escuchaba con un respeto solemne.

Lo que había escuchado no me resultó excesivamente llamativo ni relevante, sólo hasta el momento en que esa conversación volvió a mi mente horas después. Aquel hombre podía morir tranquilo. Había hecho de su vida una historia interesante y tenía mucho que contar a sus nietos, si es que los había. A esas alturas de su vida, no terminaría como la mayoría, arrepentido de no haber hecho cosas y no haber disfrutado la vida.

Fue como una bofetada en el rostro, y más que eso, una puñalada al alma. Me sentí vacía, irrelevante, prescindible. Me di cuenta de que en mis dos décadas de vida, cuando se tiene más fuerza y todas las puertas del mundo se te abren…no había hecho nada, sólo lamentarme. Me convertí en una persona que más allá de quejarse por las circunstancias y atravesarlas, me hice víctima de mi misma.

Unos días antes de que esta revelación me explotara en la cara, leí un artículo de una revista en la que se planteaba la diferencia de las mujeres, entre aquellas que se quejaban como forma de desahogarse, siendo capaces de afrontar los problemas y cambiar las cosas a su favor, y aquellas que se quejan victimizándose y quedándose de brazos cruzados, atormentadas por las cosas difíciles que les toca vivir y se quedan sufriendo y esperando que las cosas cambien por arte de magia. ¿Cuál de los dos tipos era yo?. La respuesta fue bastante evidente.

Anteriormente alguien a quien amo mucho, a decir verdad, la persona más importante en mi vida, me lo había repetido incansablemente en un esfuerzo por lograr hacerme salir de esa realidad que tanto me negué a aceptar. Hoy miro hacia atrás y no puedo encontrar algo que haya hecho en mi vida de lo cual me pueda sentir orgullosa. Sólo me senté a llorar y lamentarme y ver como la vida, con todas sus posibilidades, pasaba frente a mis ojos y yo sin reaccionar.

Algo tenía que pasar para que me diera cuenta. Algo doloroso. Hoy me doy cuenta que mi actitud pasiva e impávida frente a la vida me trajo consecuencias casi imborrables. Además de hacer de mi vida una dramatización, causé mucho dolor a quienes más amo. Hay cosas que ya no puedo remediar. Hay gente a la que abandoné que ya no está aquí para compensar el tiempo perdido, ni siquiera para decir que lo siento, profundamente.

Hoy sólo me queda mirar hacia el presente y dejar de sentir lástima por mí misma, y esperar que aún no sea demasiado tarde para rectificar mi vida y mis acciones, y de paso dejar de lastimar a quienes han tratado de abrirme los ojos.

Tengo veinte años, y nada que contar. Nada agradable. Nada que valga la pena. De lo único que me siento orgullosa es de amar. Una sensación extraña y perturbadora, pero que te hace sentir la vida intensamente. Amé y amo, cosa que creí que jamás podría hacer. Me consideraba una persona demasiado egoísta, pero me impresioné de mi misma cuando descubrí que podía amar a alguien por sobre mi propia vida. Eso es algo de lo que me siento orgullosa, tal vez lo único que valdría la pena recordar cuando tenga setenta años y me encuentre echando un ojo hacia atrás para decir algo sobre mi misma en una cola de supermercado a un extraño que nada podrá llegar a saber o imaginar sobre mí.

domingo, 21 de octubre de 2007

Caídas tiene cualquiera, momentos cursis...pocos

El tiempo es un elemento tan valioso, pero a veces puede ser un arma de doble filo. Cuando tenemos poco tiempo para aprovechar lo que tenemos y apreciamos el tiempo se nos hace mezquino, en cambio cuando nos sobra y hay algo que nos atormenta un solo segundo puede ser infinito. Hoy me martiriza el paso del tiempo, y más aún al no encontrar un escape a todos los momentos desperdiciados.

Qué más feliz sería yo si pudiera evadir el tiempo y no sentir cada segundo que pasa martillando mi conciencia. A veces quisiera ser otra persona, estar en los zapatos de otro para no sentir lo cruel que puede ser el tiempo conjugado con las agonías diarias de cada uno. Agonías claro, creadas por uno mismo.

Hoy, como tantos otros días, tengo tanto que decir, y ninguna palabra que lo refleje. Hay tantas cosas que quiero, y tanto más que no, y mucho más hay de lo que no tengo control y que quisiera sanar. Todo se mezcla al momento de las conclusiones. Más de un año va desde que lucho con mi conciencia, y más tiempo me parece que ha pasado del que realmente es.

Mi vida no ha sido la misma desde un hito en mi memoria, el cual reservo para mí, pero a quienes sus vidas les han sido marcadas por un hecho importante como el mío, sabrán entenderme un poco. Desde entonces no he sido la misma. Desde entonces el tiempo me parece confuso…desde entonces, perdí todo y comencé de nuevo, sin un claro resultado.

No sé por dónde empezar. Es como si viviera exigiendo cosas que no me corresponden, es como si no fuera capaz de aceptar lo que me tocó vivir porque sé que no es para mí. Debe haber un error en alguna parte porque nada de esto tiene sentido, y parece nunca haberlo tenido.

Entre la infinidad de cosas que este año ha producido en mí, no soy capaz de rescatar nada bueno. ¿A dónde se fue? ¿qué pasó con la sensatez? Probablemente se perdió junto con la dignidad y el amor propio. Soy esclava de mis opciones y mártir de mis decisiones.

Hace un año era una persona normal. Quería en la medida que mi corazón se sentía cómodo con ello. Perdonaba porque sabía que algún día me tendrían que perdonar a mí. No se qué me hicieron, o que me he hecho a mí misma, pero sé que hoy no quiero ni perdono. Sé que a lo que soy esclava no me deja cabida para ninguna otra sensación.

Momentos como éste hacen odiar tener corazón. Hacen lamentar cada paso y cada palabra que fabricamos a lo largo de la vida que sentimos desperdiciada, pero cuando nos sacamos la espina que nos hace mirar hacia atrás y arrepentirnos, no nos queda más que la evidencia de que, querámoslo o no, hemos amado algo, hemos vivido. Nos queda a simple vista la fuente de nuestros males, el objeto deseado. Y cuando dejamos a un lado nuestra propia persona, recordamos todo aquello que nos hizo vibrar. Todo aquello a lo que dedicamos nuestras horas de desvelo y nuestra energía. Y volvemos al círculo vicioso. Volvemos a la relación de amor y odio que nos ha mantenido de pie, ya sea luchando o bailando de alegría.

Hoy no tengo otra cosa en mi mente que no seas tú. Hoy no puedo pensar ni querer a nadie que no seas tú. Hoy quiero no odiarte y no arrepentirme. Hoy quisiera cambiar lo incambiable. Hoy he pasado hora tras hora esperándote, recordándote, e imaginándome todo aquello por lo que no estás conmigo.

viernes, 12 de octubre de 2007

El cangrejo


Hay veces en la vida que se nos quedan grabados en la mente para siempre. También hay palabras que se nos quedan dando vueltas en el inconsciente. Me ocurrió así un verano hace muchos años. Alguien una vez me dijo “sentarse a pensar en la inmortalidad del cangrejo”. 


Hasta el día de hoy no logro entender el significado de esa frase. He preguntado a mucha gente si conoce o ha escuchado aquello alguna vez. Todas las respuestas han sido negativas. Tal vez lo importante que se quedó grabado en mi no fue la frase, sino quién lo dijo, o el momento de mi vida en que lo escuché.

Porque aún me dan vuelta esas palabras, no lo sé, pero estoy segura de que lo seguirán haciendo hasta que le encuentre significado. Es muy molesta esta sensación. Es como una piedra en el zapato. La curiosidad, ahora que me veo obligada a pensar en el tema, me está matando. 

Dicen que la curiosidad mató al gato, y tal vez me pueda llevar una gran decepción cuando logre averiguar qué significado tiene, aunque sea para esa sola persona. Pero como estamos hablando de cangrejos, y yo estoy en la posición del gato curioso, la curiosidad no me puede matar. Los gatos son aficionados a los productos marinos, y no existe el crustáceo que pueda vencer a un felino. Horas y horas de silencio observando a mi gata creo que me han servido para conocer algo del comportamiento felino.

Es extraño ponerse a analizar este tema en estos momentos de la vida. Yo creo haberle dado un sentido propio a falta de explicaciones. Para mí verdaderamente su significado no puede ser más que una estupidez, pero no puedo sacarlo de mi mente. Me resulta inevitable pensar en eso cuando me mencionan la palabra “cangrejo”.


Para mí terminó convirtiéndose en una simple divagación, pensar en cosas que no tienen ni pies ni cabeza y que nunca llegan a una conclusión. Este gato curioso gasta sus horas de vida pensando en la inmortalidad del cangrejo, y al cangrejo más le vale serlo, pues cuando este gato lo encuentre llegará a su final.

viernes, 5 de octubre de 2007

¿Porqué saludarse?

El ser humano es un animal de costumbres. A través de su historia el hombre ha ido cambiando su conducta a medida que va comprendiéndose a sí mismo y a su entorno.
La forma de verse a sí mismo también ha sido un reflejo de la adquisición de conocimientos. Antiguamente, el hombre clásico contaba con mucho tiempo libre, y eran de un gran status aquellos que se dedicaban a la filosofía, no como ahora en el mundo moderno. Gracias a ese supuesto tiempo libre, los griegos fundaron las bases de la cultura latina, la cual nunca ha perdido consistencia, manifestándose de diferentes formas.
Hemos heredado de los antiguos cosas como la noción de democracia y las ciencias de la política, además del lenguaje.
Los griegos comenzaron a hacerse muchas interrogantes sobre el mundo que los rodeaba, preguntas a las que la religión no era capás de responder y llenar sus expectativas. Sin observación no puede haber aprendizaje. Pero las costumbres que desarrollamos casi inconscientemente vienen desde mucho más atrás. Vienen de cuando el hombre comenzó a vivir en comunidad para sobrevivir.
Ahora el saludo corresponde a un patrón de comportamiento debido para cualquiera que viva en sociedad, casi como un código moral. Tal vez los antiguos griegos tenían otra forma de saludarse, de hecho, el saludo cambia en otras partes del mundo, pero lo importante es que el hombre ha ido adquiriendo conocimiento y ha creado códigos de conducta que ahora llevamos a cabo de una forma innata.
Saludamos porque sentimos aprecio, porque es de buena educación o simplemente porque no recordamos cuando comenzamos a hacerlo pero sabemos que debemos. Es difícil imaginar una conducta diferente a la que adquirimos. Si no existiera el saludo, ¿habría algo en su lugar? El saludo es el primer paso para entablar un laso de comunicación, y tal vez sin ese primer paso, viviríamos todos juntos pero aislados unos de otros. Es posible que el hecho de que exista el lenguaje
haga obligado el saludo.

viernes, 7 de septiembre de 2007

¿Periodista ético?

La vida del ser humano está marcada por eternas sucesiones de cambios en sus costumbres, cultura, formas de vida, y en general, percepciones de la vida. Ha medida que el hombre se ve enfrentado a situaciones diversas que lo van poniendo a prueba, se va adaptando a los cambios para sobrellevar la vida de la mejor forma posible, tratando de vivir en “armonía” con su época y entorno.

Así, el hombre ha adquirido reglas de conducta que regulan la convivencia en sociedades y grupos humanos, que por lo demás, aceptan participar en ellos voluntariamente, después de todo, a nadie le apuntan con un arma para quedarse viviendo en comunidad, aunque habiendo nacido en una, prácticamente nos convertimos en presos sociales, es inevitable escapar del mundo moderno y de todos los problemas morales que esto implica.


Los periodistas son la voz de la sociedad. Son ellos quienes testifican a “viva voz” la realidad del hombre en todo el mundo. Ellos son responsables de lo que llegamos a saber sobre nosotros mismos. Es por eso que es muy importante que un periodista tenga una conciencia moral suficiente para ser capaz de ser lo más veraz e imparcial posible, dejando de lado apreciaciones personales y ser fiel a la verdad para que cada uno de los que nos informamos a través de él, sepamos en que condiciones vivimos y seamos capaces de juzgar por nosotros mismos. Un periodista ético es el que se ciñe a las expectativas morales de quién tiene una responsabilidad tan grande con el mundo y la historia.


Los periodistas deben ser éticos, pero acaso ¿no deberíamos ser todos éticos? Me molesta la idea de que las personas deban ser fieles sólo cuando están siendo expuestas públicamente. No porque no nos dirijamos al mundo entero no tenemos la obligación moral de ser sinceros y verdaderos, pero después de todo, ¿quién establece esas normas? Todos los seres humanos somos distintos, y creamos nuestra conducta en gran parte basándonos en emociones, y generalmente, aunque nos adviertan, terminamos aprendiendo sólo de nuestros propios errores.

viernes, 31 de agosto de 2007

Bocaditos de chocolate


En un mundo moderno como el de nuestros días, son muchos los vicios que consumen a la sociedad. La gente busca vías de escape a su rutina y a los males que les aqueja. Gran parte de las personas con problema con los que no son capaces de lidiar terminan refugiándose en las drogas, gran flagelo del mundo actual alrededor de todo el mundo, que por un momento produce placer, pero el costo de ese instante es mucho mayor a lo que al comienzo parece.
Existen otro tipo de vicios menos nocivos. Para las mujeres existe un apaciguador del dolor que no es para nada dañino pero si adictivo si no se tiene el temple mínimo. Muchas mujeres logran calmar su angustia con el siempre bien ponderado chocolate, que a pesar de tranquilizar y ayudar a canalizar las penas, después produce una angustia a aquellas que sufren por ser bellas, y el cargo de conciencia es intolerable en algunos casos.
No es mucho lo que me place hablar sobre este tema, pero debo hacerlo. Es necesario poner la mente a prueba para conocer nuestras capacidades. Después de todo, soy una persona en preparación para hablar al mundo, y no siempre el mundo necesita escuchar pesimismo ni corrientes de una conciencia un tanto inmadura y atormentada.
El chocolate es un afrodisíaco natural, según lo que he escuchado. Qué tanto tendrá de cierto, en realidad no lo sé. Personalmente, un bocadito de chocolate no me hace ni más ni menos feliz, pero hay quienes se deleitan con él.
Para bien o para mal, el chocolate es uno de los placeres mundanos que ha existido desde hace siglos. No muero por él, pero tal vez si piensas en mí, y me traes un bocadito de chocolate, podría morir por ti y darte un bocado de mí.

martes, 28 de agosto de 2007

La memoria

¿Qué pasa con nuestras vidas? ¿a dónde va cada segundo que se va haciendo parte de nuestra historia? Pareciera que sólo podemos recordar aquello que nos frustra y las cosas buenas no sé a dónde irán. Nos encanta recordar todo lo que el mundo nos ha hecho y todo lo que la vida nos debe. Nos convertimos en seres resentidos y olvidamos las cosas bellas que nos rodean.


El mundo está lleno de buenas intenciones, ¿y a caso no dicen siémpre que la intención es lo que cuenta? Cuenta, pero no es suficiente. De buenas intenciones no se alimenta a los niños que mueren de hambre, ni se logra dar con el paradero de miles de personas que desaparecieron por tener un proyecto de sociedad distinto al de quienes tenían las armas, ni se rehabilitan nuestros presos que hemos dejado confinados al olvido.


Vivimos preocupados de nuestros problemas que ante nuestros ojos son como muchos Goliats, y no nos damos cuenta de que nuestros demonios no son ni la milésima parte del calvario que deben vivir cientos y cientos de personas que a pesar de todo su drama diario sonríen y valoran cada día que ven al sol salir.


¿Por qué logramos ser felices sólo teniendo nuestras billeteras llenas y otros lo son tan sólo con ver a quienes aman a su lado cada día?


Es un mundo tan simple y nos esforzamos por complicarlo todo. Creemos que no merecemos todo lo malo que nos pasa, pero sí lo merecen aquellos que no nacieron como nosotros, ni con lo que nosotros tenemos, sin darnos cuenta que aquellos que están "mal" no son más que las secuelas de los que creemos tener la verdad absoluta y marginamos a los extraños a nuestros ojos.


Dios le ha dado a cada uno una mochila que sabe que podemos cargar, con el único fin de que seamos capaces de superar la carga y hacernos más fuertes. Y aquellos que vemos alejados de la mano de Dios, serán los primeros en ser tomados en su amparo porque supieron aceptar lo que se les dió y tarde o temprano aceptarán sus errores y sentirán la necesidad de arrepentirse. Mientras los que creímos ser favoritos y damos por sentado que merecemos lo mejor, caeremos en el agujero del conformismo y la autocompasión.


Somos separatistas e individualiastas, hasta que nuestros actos llegan a estrellarse en nuestra cara, y cuando nos permitimos mirar atrás y hacer memoria, nos arrepentimos porque tenemos miedo a las penas del infierno.


Es necesario tomar conciencia de nuestros actos en el momento oportuno y evitar tener una memoria a corto plazo. Nuestra mente puede borrar nuestros errores, pero el destino no. Cada palabra, cada acto, puede definir el resto de nuestras vidas, y hasta el fin de ellas y el de muchas más.


El 11 de septiembre se recordará un hecho que marcó la historia de una nación, y de centenares de familias. Es el emblema nacional de las consecuencias de los actos separatistas del ser humano, y miles de personas que no han borrado su memoria tendrán que salir a las calles una vez más para que muchos de aquellos que tienen memoria a corto plazo recuerden que fueron actores de un echo que se grabó en las vidas de todo un país, para bien o para mal.


Una vez más se tendrá que apelar a la memoria y a la conciencia para que aquellos que aún no miran atrás lo hagan y saquen cuentas de sus actos, para ver si será remotamente posible que se pueda comenzar a revindicar al país en su historia, y después de siglos de egoísmo e individualismo, podamos pensar en un bien común sincero, sin dinero ni egocentrismos de por medio, donde el país obtenga lo que nunca ha tenido fielmente, un proyecto de sociedad, donde podamos hablar sin reproches de libertad, igualdad y fraternidad.

lunes, 27 de agosto de 2007

Una vez más...

Hoy he vuelto a despertar sin metas, creo haberlas dejado olvidadas en alguna cuneta. O tal vez huyeron de mí mientras deje la puerta abierta para mirar si alguna hora desierta destruye los vestigios de una vida incierta.


No sé por qué el agua me inspira. Hoy, como si el mal de ella viniera, limpié mi piel con vehemencia, creyendo que el dolor y la insensatez estaban en ella y que si la raspaba lo suficiente se iría junto con el agua, pero no fué así.


Sólo obtuve una piel seca y arrugada, y montón de versos que vinieron y se fueron junto al agua. Mañana tal vez alguien me pregunte que hise hoy, y yo le responderé "sufrí", y luego reiré. Tal vez algún día por eso gane un premio Nobel, a la paz, no lo sé, por divagar, tal vez.


Después no supe qué escribir, y tuve que volver al baño por si las ideas volvían a fluír. Mi cabello sigue mojado, y me hace pensar, así tal vez me enfermo, y con suerte podría morir, pero después me veo a mi misma y digo, ¿como diablos podría volver a escribir?
Hace un rato, cuando el agua corría por mis gordos brazos, tenía tanto que decir y sin mentir. Ahora se han escapado de mí, llevándose quizá algunos sueños ocultos trás de sí.

sábado, 25 de agosto de 2007

Dicen que la familia no se escoje. Dicen que es sólo el punto de comienzo para empezar a encontrar tu propia tribu. Están contigo, luchan contigo y mueren contigo. Es difícil encontrar quien te sepa amar, y más aun lo es el saber mantenerlos. También escuché alguna vez por ahí a alguien que dijo: "querer es sufrir". No me cuesta imaginar qué habrá estado pensando esa persona al momento de decir eso, pero también es cierto que quién no se arriesga no cruza el río. Cómo saber si sufriremos más al estar solos por no querer arriesgarnos a amar que después de haber amado sufrir como nunca creímos que podríamos hacerlo.
Sé que mis palabras suenan tortuosas, y no me gusta. Conozco personas que se regocijan en su dolor, y mientras más se húnden en él, más de su persona sacan a la luz. ¿Es muy grave ser una persona atormentada? Una amiga muy querida, de esas que son miembros de la tribu que instituyes a lo largo de tu vida, me dijo que sufría. Me dijo que no era nadie sin su sufrimiento y que si borrara esa parte de su vida, al mirar atrás probablemente no encontraría nada más. No supe que decir. Sentí que iva a la base de mi ser y mi escencia. Me quedé sin palabras. No me gusta no tener nada que decir, después de todo, es lo único que se hacer.
He tratado de decir algo sin ser pesimista, y hé aquí el resultado, un montón de palabras sin sentido que no llevan a ninguna parte.
Dicen que la soledad es la peor enemiga de una mente enferma. Yo siento la soledad, estoy viviendo con ella. Mi mente, tal vez enferma, tal vez no, de vez en vez saca provecho a la soledad. A veces, mi mente colapsa y creo que mi cuerpo está por reventar, otras veces mi espíritu está por quebrarse. Es ahí cuando llego a esta instancia, a tomar un lápiz y un cuaderno que me permiten vaciar mi mente. Hay momentos en los que creo que se me va a caer el mundo encima, pero cuando lo pongo todo en el papel, todo parece perder cualquier sentido, gravedad o significado.
Son sólo ideas, soy sólo yo.

viernes, 24 de agosto de 2007

Zapato Viejo

Zapatos viejos…zapatos que han estado un largo tiempo en nuestro poder y que cuando han cumplido su ciclo vital los echamos al olvido en el rincón más oscuro de nuestra casa. Es lo que hacemos con la mayoría de nuestras pertenencias cuando nos aburren o ya no nos satisfacen como al comienzo. Lo hacemos porque podemos, porque podemos reemplazarlos fácilmente por otros nuevos, sin que esto nos cueste ni las más mínima gota de esfuerzo. Nuestros padres lo hacen por nosotros y muchas veces no valoramos lo que esto significa.
Las personas que nos podemos dar ese lujo en Chile no representamos más del 20%. Somos un veinte por ciento que goza de privilegios egoístas. Desechamos cosas que a muchas familias les hace falta. Lo que para nosotros es una cosa vieja e inútil, para más de la mitad de la población se hace un lujo, a pesar de que sean de segunda mano.
Es abrumadora la diferencia social que hay en Chile y este problema ha existido siempre. Cada realidad se queda en su comuna o población, y los que podemos hacer algo para cambiar esta situación nos quedamos en nuestra burbuja, dándole la espalda a nuestros hermanos que viven en situaciones indignantes y haciendo oídos sordos al sufrimiento ajeno.
Mientras hay familias hacinadas que no tienen con qué taparse cuando las temperaturas llegan a bajar de cero. Los principales agentes capaces de ayudarlos, o sea los gobernantes, se sientan en sus amplios salones de sesiones a discutir sobre sus propios sueldos con sus impecables trajes importados, con sus zapatos bien lustrados y pensando en llegar a sus cómodas casas con calefacción, mientras sus hijos probablemente los esperen para recibir mesada o que los lleven a comprarse unos varios pares de zapatos nuevos. Y los pobres…ni siquiera pueden conseguir un flamante par de zapatos viejos.

viernes, 17 de agosto de 2007

IV

Este dolor ya se está haciendo añejo
noches enteras que me acompañaste
ya no se asemejan a la huella que en mi dejaste
se me aprieta el pecho enardecido
cuando yo creí guardarlo adormecido
y ahora sólo quiero dejarte en el olvido

De esta oscura prisión en que me encuentro
ni el más vivo logra salir bien erguido
tiene un seguro en su puerta y la llave está perdida en el vacío
viejas calles ya no lloran por los que ahí se han perdido.
Añoran, extrañan a los que cayeron vencidos
gente camina sobre antiguas huellas ajenas, dormidas.
La historia sigue su curso sin lugar para aguerridos

Si un nuevo día nace, con lo muerto ha de barrer
me levanto del polvo y volvería a crecer, sin caer
Suficiente hemos llorado y nos han desgastado
ahora caminamos empuñando nuestras vidas
que son nuestro filo, que no ha sido regalado
con sufrimiento lo hemos formado.

III

Comienzo, comienzo del final
final de muchas vidas que no encontráron la paz
perdiéron el sentido, miráron a su alrededor y comenzáron a viajar
lo abandonáron todo por no saber que lo mejor es el hogar
llegando muy lejos al dejarse engañar
buscando cariño en los rincones sin saber lo que podían encontrar
y se quedáron en la basura sin remedio
sin poder caminar y en soledad

Se muéven entre las sombras
temen que su delito sea la normalidad
corrigiendo su defecto con filos y perversidad
el mundo de las calles no les deja ver la verdad
y unos padres ignorantes lo tóman como enfermedad
lo que sus hijos dan que hablar lo trátan de callar
junto con sus hijos los rumores lógran apagar

Estos niños son normales como usted o yo
pero la desesperación los ha lanzado hacia un rincón
sus mentes en la bruma se ahogan con dolor
atrapados en un mundo cruél que sólo deja desmotivación
se pierden, se hunden, se apagan
y el mundo mira triste sin hacer nada
porque nada valen ellos, si a cambio han entregado nada
nada tienen en las manos después de una vida malgastada

Ya no son niños, no son personas
pasó el tiempo y el ocaso los traiciona
dales dinero y ropa nueva a ver si ya no lloran
dales esperanza y tal vez salgan de su coma.

He jurado que te quiero y que no te voy a fallar
pero aunque te tenga aquí a mi lado
todo sigue saliendo mal
no te enojes, no te culpo por lo vida que quise llevar
pero ésto parece una pesadilla y no puedo despertar
como siempre me he repetido que no lo volveré a hacer más
el pasado me persigue y no me deja reaccionar
muchos partimos juntos a un destino que creímos dominar
y ahora pocos los arrepentidos que sólo podemos rezar

Amigos que no eran y encontráron su final
yo me retiré del juego que no pude ganar
y aún así me siento presa, junto con los que no quisieron parar
estamos todos juntos aunque sea para mal
somos culpables de un delito que una vida logró apagar
todos disparamos o nos sentamos a mirar
y por eso la gente los tuvo que encerrar

Yo aun no estoy tras rejas pero mi conciencia no me deja
me quedo a tu lado porque ya no puedo más
pero sé que el tiempo no alcanza para todo lo que tengo que pagar

Si tu mano me alcanza que no me haga esperar
me someto a tu sentencia si así puedo descansar en paz
no quiero caer de nuevo en esta rueda sin final
madre perdóname por no saber apreciar
lo hermoso de la vida, que me esmeré en ignorar
pretendo que muero
para nacer y alzar otro vuelo.

I

No sé donde esta historia comienza
ni porqué creí ver la puerta abierta
busco las palabras correctas
para decir que soy honesta
y temo ante tu respuesta
la vida se ha hecho incierta
si Dios existe en esta tierra
sabré que no eres de piedra
si tan sólo tú quisieras
te daría mi vida entera

Los cuentos de hadas no existen
tal vez por eso hoy me siento triste
pero soñaría con esa mirada que te viste
tu ser invisible hace mi amor tangible
lo asumo siendo recta y honesta
aunque todo ésto me haga parecer molesta
no puedo respirar si no te tengo cerca

Como si el mundo se detuviera
y para mí sólo tú existieras
en mi mente y mi alma
y sólo tengo calma si tu reflejo llega a mi ventana
y es que esa mirada lo ilumina todo
porque en el mundo no vivimos solos
y temo que se desvíen tus ojos
temo que te vuelvas otro
que hace ahogar mi corazón
y me tenga que pedir perdón
por tu culpa olvidar la razón

De esperanzas me mantengo
cuando sé que no te tengo
los días se vuelven a hacer lentos
y te alejas tan contento
si tú no entiendes lo que siento
aunque el amor es tan violento como el tiempo
la esperanza frágil como un momento
mi reloj sigue latiendo
como una brújula que busca tu aliento.

Corazón abierto II


Piénso en mi madre. Le pido paz. Creo que no me escucha. Creo que la decepcioné. No soy perfecta. Debí serlo, sólo para ella. No lo fui.
A veces busco escucharla, desesperádamente. Mamá, háblame. Quisiera saber tantas cosas. No puedo encontrar respuestas. Háblame. No importa…Sigo teniendo fé en tí. No sé si aun la tenga en mí. Tu princesa tiene fé en tí. Tu princesa está triste. Tu princesa algún día se recuperará. Tu princesa busca respuestas y no las puede encontrar.
Lamento no haberte dicho que te amo cada vez que pude. Lamento no haber tomado tu mano. Lamento lamentarme demasiado tarde. No sé que hice con mi vida. Este dolor es tan mío. Yo lo cultivé y ahora estoy cosechando. Me sumerjo en él. No veo el fondo. Quiero verlo, quiero tocarlo, quiero llegar a tocar el fondo para llegar a ver la luz de nuevo.
Ya no estás aquí. Simplemente no estás. Ya no más. Ahora sólo estoy yo. Sólo yo. No quiero ser sólo yo. ¿Podríamos ser tú y yo? Ojalá pudieras tomar mi mano. Enseñarme a dar mis nuevos primeros pasos. Nazco de nuevo. Me ahogo al salir de tu vientre. Salgo al mundo. Ya no somos tú y yo. Ahora estoy comenzando a ser sólo yo. Aun no veo la luz que hay allá afuera. No sé lo que me espera. Tu princesa tiene miedo. No me sueltes mamá. No lo podría soportar. Veo el mundo y no quiero ir hacia él. Quiero quedarme contigo. Quiero que me protejas en la divinidad de tu ser. Quiero ser divina como tú. Pero la realidad es que es sólo un sueño. Tú ya no estás. Sólo el mundo. Ya no soy la princesa de nadie. No hay nada divino. Sólo la realidad, y la realidad es que estoy sola frente al mundo, tengo miedo y quiero llorar.

Corazón abierto I

Te extraño. No sé cuanto más podré extrañarte. Cada recuerdo es una cicatriz. Cada alegría se convierte en dolor. No puedo encontrar respuestas. Es de noche y es como si siempre lo hubiera sido. No sé si sea posible sufrir más de lo que lo he hecho hasta ahora. Los días son eternos y las horas son tortura.
Pienso en tí, y no me veo. Pienso en mí y sólo te veo a tí. Quiero escucharte y tranquilizarme. Quisiera que me dijeras que no me vaya, corrieras a abrazarme y te aferraras a mí. No lo haces. Quisiera que me amaras. No lo haces. No hay nada más que hacer. Yo no pierdo las esperanzas, pero no hay nada más que hacer.
No quiero que alguien más tome mi lugar en tu vida. No quiero que nadie más ocupe el tuyo en la mía. Eres el veneno que alimenta mi sangre. Me debo conformar. Me quieres. Yo también te quiero. Tú tienes tu vida, también tienes la mía. Ojalá pudiera recuperarla sin ganarme otra cicatriz. Ojalá pudiera recuperarla, pero te la entregué. Pudiste haberla aprovechado mejor, pero que importa, de todas maneras es tuya. No puedo encontrar respuestas
Sigue siendo de noche. Sigo extrañándote. Renuncié a todo por tí. Ahora ese todo me pide a gritos que renuncie a tí. Te amo, no me quiero ir. No quiero desear abrazarte y que mis manos no te encuentren. Mi razón y mi fuerza se desvanecen cuando pienso en tí. ¿Tú piensas en mí? Temo estar aferrada a una idea que haya inventado mi mente. Temo que todo sea mentira. Temo no tener el valor digno de ti que creo tener.
Mi corazón es traicionero. Me sigue traicionando. A tí no te lo hará jamás. ¿Qué puedo hacer para que mi corazón me quiera a mí y no a tí tanto como lo hace? No puedo encontrar respuestas. No puedo reencontrarme. No puedo dejarte ir. Por eso me tengo que ir yo. Me encuentro en un mundo tan grande…tan ajeno…tan iluminado…pero yo sin tí me siento tan oscura.

EL CANDADO

Cuando nos ponemos forzosamente a pensar en lo que podríamos decir sobre un candado, no son muchas las cosas creativas o interesantes que se nos viene a la mente. ¿Qué se puede decir de un candado para hacer que valga la pena dedicarle doscientas veinticinco palabras sin límite de párrafos? La verdad no mucho, hasta que forzamos un poco más la imaginación y la llevamos a interpretar lo que ese objeto podría representar en un sentido más profundo que lo que nos dice su denotación.
Un candado es un simple instrumento para cerrar con llave algo que queremos proteger. Sirve para asegurar una cerradura. ¿Y que más? Le ponemos candado a las puertas, pero también ponemos candado a nuestro ser. Podemos aislar sentimientos que no queremos experimentar, y cerrarlos con candado en nuestro inconsciente, o borra recuerdos poco gratos.
El candado es un símbolo de represión, a la cual me he acostumbrado. Le he puesto candado a muchas actitudes que no me han beneficiado a lo largo de mi vida. También he reprimido gran parte de mí que a veces parecieran estar fuera de lugar y que me hacen tener una conducta poco sana.
El bloquear y reprimir las cosas puede que nos saque de apuros por un tiempo, pero la negación nunca es la solución. Tarde o temprano, todo aquello que hemos acumulado tratando de dejar en el olvido, nos explotará en la cara y nada de lo que hemos logrado avanzar tendrá valor alguno. Lo mejor no es negar y huir, sino, enfrentarse de frente a aquello que nos hace daño, para no vivir huyendo el resto de nuestras vidas.