viernes, 17 de agosto de 2007

EL CANDADO

Cuando nos ponemos forzosamente a pensar en lo que podríamos decir sobre un candado, no son muchas las cosas creativas o interesantes que se nos viene a la mente. ¿Qué se puede decir de un candado para hacer que valga la pena dedicarle doscientas veinticinco palabras sin límite de párrafos? La verdad no mucho, hasta que forzamos un poco más la imaginación y la llevamos a interpretar lo que ese objeto podría representar en un sentido más profundo que lo que nos dice su denotación.
Un candado es un simple instrumento para cerrar con llave algo que queremos proteger. Sirve para asegurar una cerradura. ¿Y que más? Le ponemos candado a las puertas, pero también ponemos candado a nuestro ser. Podemos aislar sentimientos que no queremos experimentar, y cerrarlos con candado en nuestro inconsciente, o borra recuerdos poco gratos.
El candado es un símbolo de represión, a la cual me he acostumbrado. Le he puesto candado a muchas actitudes que no me han beneficiado a lo largo de mi vida. También he reprimido gran parte de mí que a veces parecieran estar fuera de lugar y que me hacen tener una conducta poco sana.
El bloquear y reprimir las cosas puede que nos saque de apuros por un tiempo, pero la negación nunca es la solución. Tarde o temprano, todo aquello que hemos acumulado tratando de dejar en el olvido, nos explotará en la cara y nada de lo que hemos logrado avanzar tendrá valor alguno. Lo mejor no es negar y huir, sino, enfrentarse de frente a aquello que nos hace daño, para no vivir huyendo el resto de nuestras vidas.

1 comentario:

algunas cosillas dijo...

leeete.... creee en lo que estás escribiendo...

talento de sobra!

besos

www.endirectodesdeaca.blogspot.com