martes, 28 de agosto de 2007

La memoria

¿Qué pasa con nuestras vidas? ¿a dónde va cada segundo que se va haciendo parte de nuestra historia? Pareciera que sólo podemos recordar aquello que nos frustra y las cosas buenas no sé a dónde irán. Nos encanta recordar todo lo que el mundo nos ha hecho y todo lo que la vida nos debe. Nos convertimos en seres resentidos y olvidamos las cosas bellas que nos rodean.


El mundo está lleno de buenas intenciones, ¿y a caso no dicen siémpre que la intención es lo que cuenta? Cuenta, pero no es suficiente. De buenas intenciones no se alimenta a los niños que mueren de hambre, ni se logra dar con el paradero de miles de personas que desaparecieron por tener un proyecto de sociedad distinto al de quienes tenían las armas, ni se rehabilitan nuestros presos que hemos dejado confinados al olvido.


Vivimos preocupados de nuestros problemas que ante nuestros ojos son como muchos Goliats, y no nos damos cuenta de que nuestros demonios no son ni la milésima parte del calvario que deben vivir cientos y cientos de personas que a pesar de todo su drama diario sonríen y valoran cada día que ven al sol salir.


¿Por qué logramos ser felices sólo teniendo nuestras billeteras llenas y otros lo son tan sólo con ver a quienes aman a su lado cada día?


Es un mundo tan simple y nos esforzamos por complicarlo todo. Creemos que no merecemos todo lo malo que nos pasa, pero sí lo merecen aquellos que no nacieron como nosotros, ni con lo que nosotros tenemos, sin darnos cuenta que aquellos que están "mal" no son más que las secuelas de los que creemos tener la verdad absoluta y marginamos a los extraños a nuestros ojos.


Dios le ha dado a cada uno una mochila que sabe que podemos cargar, con el único fin de que seamos capaces de superar la carga y hacernos más fuertes. Y aquellos que vemos alejados de la mano de Dios, serán los primeros en ser tomados en su amparo porque supieron aceptar lo que se les dió y tarde o temprano aceptarán sus errores y sentirán la necesidad de arrepentirse. Mientras los que creímos ser favoritos y damos por sentado que merecemos lo mejor, caeremos en el agujero del conformismo y la autocompasión.


Somos separatistas e individualiastas, hasta que nuestros actos llegan a estrellarse en nuestra cara, y cuando nos permitimos mirar atrás y hacer memoria, nos arrepentimos porque tenemos miedo a las penas del infierno.


Es necesario tomar conciencia de nuestros actos en el momento oportuno y evitar tener una memoria a corto plazo. Nuestra mente puede borrar nuestros errores, pero el destino no. Cada palabra, cada acto, puede definir el resto de nuestras vidas, y hasta el fin de ellas y el de muchas más.


El 11 de septiembre se recordará un hecho que marcó la historia de una nación, y de centenares de familias. Es el emblema nacional de las consecuencias de los actos separatistas del ser humano, y miles de personas que no han borrado su memoria tendrán que salir a las calles una vez más para que muchos de aquellos que tienen memoria a corto plazo recuerden que fueron actores de un echo que se grabó en las vidas de todo un país, para bien o para mal.


Una vez más se tendrá que apelar a la memoria y a la conciencia para que aquellos que aún no miran atrás lo hagan y saquen cuentas de sus actos, para ver si será remotamente posible que se pueda comenzar a revindicar al país en su historia, y después de siglos de egoísmo e individualismo, podamos pensar en un bien común sincero, sin dinero ni egocentrismos de por medio, donde el país obtenga lo que nunca ha tenido fielmente, un proyecto de sociedad, donde podamos hablar sin reproches de libertad, igualdad y fraternidad.

1 comentario:

algunas cosillas dijo...

no se que tanto concuerde. no todo es tan malo. Hay cosas que son tan increíbles que te esfuerzas por recordar cada palabra e imagen para no creer que fueron algún buen sueño.